¿Alguna vez ha estado en una situación crítica por ausencia de dinero y aunque sabe que tomar “x” decisión sólo le acarreará más problemas, la toma? No está solo, eso es lo que comúnmente ocurre y en sus manos está cambiarlo. Bueno, realmente no en sus manos, sino en su cabeza.
Según numerosas publicaciones e investigaciones internacionales, incluyendo algunas muy reconocidas como Science, hay una vinculación directa entre la escasez de recursos y prácticas financieras perjudiciales como el sobreendeudamiento y gastos innecesarios; pero no es por la escasez en sí, sino por cómo trabaja nuestra mente bajo este tipo de condiciones: hay presión constante de tiempo para tomar esas decisiones y hay necesidades que satisfacer (sean reales o creadas), lo que provoca que se tomen medidas que apaguen el fuego a corto plazo, pero que nos vayan sumiendo poco a poco a un agujero mayor.
Quiero partir de estos supuestos científicos para adaptarlos a nuestra realidad, y le pregunto: ¿con qué frecuencia ve a su alrededor personas con el último Iphone o una megapantalla de tv en sus casas y quizás no logra cubrir ni sus gastos más elementales con sus ingresos? Seguramente muchos nombres y rostros vinieron a su mente.
¿Y por qué? Vuelvo al tema de la psicología: muchas de nuestras decisiones financieras son lideradas por emociones (temores, deseos, vacíos, inseguridades). En Latinoamérica –no sólo en Nicaragua– nos preocupa más el cómo nos vean y la imagen que se formen de nosotros en base a eso, en vez del cómo estamos realmente y cómo queremos estar.
Recuerdo el caso de una persona que pasaba por una seria crisis económica. Le aconsejé –entre otras cosas– dejar de utilizar su vehículo por un tiempo y optar por transporte público para ahorrarse lo que destinaba a combustible (que lo pagaba con su tarjeta de crédito, aumentando su deuda) y postergar el gasto en mantenimientos al recorrer menor kilometraje. Inmediatamente rechazó mi sugerencia diciendo que “era lo único” que le quedaba, “darse el gusto” de llegar en su carro a su trabajo. ¿Ven a lo que me refiero?
Muchas de las malas decisiones que tomamos en el tema de manejo del dinero son motivadas por no querer parecer una persona con menos capacidad económica, o por querer aparentar una solidez financiera ficticia. A ver, haga memoria… estoy segura que aunque sea una vez tomó una deuda o hizo una compra innecesaria motivado por este tipo de razones.
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¿Cómo cambiar esto? Lo primero que debemos hacer es formar nuestra autoestima financiera. Solamente usted conoce sus posibilidades y necesidades reales, por tanto debe ser usted quien decida, no la publicidad o su círculo de amistades. Y mientras menos recursos tenga, más importante es que se meta eso en la cabeza.
¿De dónde vienen las compras impulsivas? Generalmente esa satisfacción que provoca comprar cosas nuevas no viene de pensar cómo vamos a vernos con ello, sino cómo nos hará sentir el que los demás nos vean con esa prenda nueva, o el nuevo juguetito tecnológico. Las compras impulsivas son un ejemplo claro de baja autoestima financiera y es sólo una de las tantas decisiones financieras que son tomadas emocionalmente y no racionalmente.
Si realmente queremos darle peso a nuestros pesos, antes de pensar en hacer nuestro presupuesto, ahorrar, invertir y cualquier otra buena práctica financiera, debemos empezar por cambiar la forma en que pensamos en sobre el manejo del dinero; fortalecer nuestra autoestima financiera de modo que tomemos el control de nuestros gastos y que no sean motivados por terceros.
Si logramos esto, en situaciones más críticas tendremos la capacidad de ver el panorama con más claridad y nos evitaremos decisiones perjudiciales. Piénselo.
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Nunca me e visto envuelto en tarjetas de crédito pero e visto a compañeros que la han tenido y no la saben usar y lo que hacen es enliarse mas y mas y no resuerben nada
Hay muchas cosas que debo modificarse para tener una economía estable por ejemplo dejar de gastar en cosas innecesaria no dejarme llevar por los impursos e invertir para sacar beneficios