Cada vez llegan más remesas a Nicaragua: según datos oficiales, en 2017 los nicas que viven en el exterior habían enviado 1,390.8 millones de dólares bajo ese concepto, 10% más que en 2016. Y esa cifra ha seguido creciendo hasta alcanzar 1,501.2 millones de dólares en 2018.
La Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES) ha informado que la llegada de remesas se viene acelerando año con año, a tasas de crecimiento que prácticamente duplican las de los años anteriores. Pero… ¿cómo estamos usando ese dinero en Nicaragua?
Si te fijás en este gráfico publicado en el Informe de Coyuntura Económica de FUNIDES: más de la mitad del dinero que envían nuestros familiares en el exterior se va en comida y cosas como ropa, calzado y otros de uso personal, y apenas 1.1% para actividades productivas, tales como un negocio.
Entonces, de los 1,390.8 millones de dólares que han ingresado al país este año como remesas, apenas unos 15.30 millones se destinaron para fines que pueden multiplicar ese dinero; unos 395 millones se usaron para educación y salud y unos 192 millones para mejorar viviendas. El resto –la mayoría– se ha gastado en cosas sin retorno económico.
Yo soy fiel creyente del efecto positivo que pueden tener las remesas en nuestras vidas y nuestros bolsillos. Si has leído anteriormente mis artículos sabrás que mis padres se fueron a vivir al extranjero hace más de una década y desde que tenía 17 años tuve que aprender a administrar mi dinero: dinero proveniente de remesas, inicialmente. Las remesas, junto con una beca, pagaron mis estudios universitarios. Y en ese tiempo de estudiante vi a muchos jóvenes en situaciones similares, con la diferencia que el dinero, en vez de usarlo para pagar los estudios y gastos básicos, lo destinaban a diversión y consumo, lo cual –además de tirar por la borda el esfuerzo de sus familiares que viven fuera– no deja ningún beneficio de mediano ni largo plazo.
En mi caso aprendí a vivir con mucho menos de lo que me enviaban (a pesar que NO era mucho) y a ahorrar lo más que pudiera, pues siempre tenía en mente que algo podía pasarle a mi madre en exterior y si ese momento llegaba, debía estar preparada. Y, cuando empecé a trabajar y a ganar algo de dinerito (sí, era poquito), seguí midiendo mis gastos y aumentando mis ingresos hasta que pude prescindir de las remesas. ¿Para qué me sirvió ese ahorro? Para ir adquiriendo mis primeros activos o pertenencias de mayor valor que han ido forjando mi camino financiero.
La ventaja que nos dan las remesas es que son ingresos «con mantenimiento del valor», al ser en dólares, lo que nos protegen del deslizamiento cambiario. Esa característica hacen que las remesas sean ideal para el ahorro.
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Pero, ¿cómo usa las remesas la mayoría? Como ya viste en el gráfico: consumo. Pero no sólo eso. Hay estudios que reflejan que gran parte de los jóvenes que perciben ese ingreso no estudia ni trabaja. Entonces, ¿son las remesas un problema? No, el problema es como las MAL usamos como país.
Conversé sobre este tema con Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de FUNIDES (organismo que da seguimiento al tema), y recuerda que las remesas tienden a desaparecer en el tiempo, entonces “hay que saberlas utilizar inteligentemente”. ¿Cómo? No sólo pensando en adquirir artículos de consumo sino también en emprender negocios “para que de alguna manera esas transferencias puedan tener sostenibilidad”, de modo que si un día tus familiares no puedan seguirte enviando dinero, podás afrontarlo sin problemas.
Hay que ver el uso final de ese dinero: si es para pagarte una entrada al cine, si es para estudiar… hay que pensar en que sean incentivos para emprendimientos o pequeños negocios”, destaca.
El Informe de Coyuntura Económica de FUNIDES cita uno del FMI sobre la economía mundial, publicado en octubre pasado, el que refleja que la cantidad de personas viviendo fuera de su país de nacimiento ha aumentado en un 60 por ciento desde 1990 a nivel mundial. En ese mismo período las remesas se han quintuplicado y supera en tres veces el monto de la ayuda oficial al desarrollo.
Como proporción de la producción nacional, el informe del FMI indica que los países centroamericanos, exceptuando Costa Rica, se ubican en la categoría que más reciben remesas”, destaca el documento.
La buena noticia es que todas las proyecciones económicas de los países emisores de remesas que llegan a Nicaragua (Estados Unidos, Costa Rica, España), son positivas, al igual que su panorama laboral. Nuestro reto ahora es darle a esas remesas un fin productivo que nos ayude a multiplicarlas.
✔ No gastar el 100% de lo recibido. Al igual que con un salario, debemos usarlo de forma inteligente y eso incluye dejar una reserva, que pudiera ser del 10% -15% de lo percibido. Esto no podrás lograrlo si no cuidás hasta el último peso (o el último dólar) de tu remesa, lo cual sólo lograrás haciendo un presupuesto sencillo.
✔ Aprovechalo para bancarizarte. Abrir una cuenta con esos ahorros te permitirá abrir un historial en la banca, lo que te beneficiará a la hora de requerir un crédito.
✔ Multiplicalo. No tenés certeza de cuánto tiempo vas a seguir percibiendo esas remesas. Procurá ponerlas a trabajar en algo productivo, como un pequeño negocio.
✔ Administralas bien para evitar créditos innecesarios. Como viste arriba, la mayoría usa las remesas para consumo y gran parte de ese consumo son artículos para el hogar, los que no necesariamente se adquieren de contado, sino al crédito con altísimas tasas de interés.
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