Además de la falta de planificación antes de gastar, la razón por la cual el dinero no te alcanza para todo lo que necesitás es por las actitudes del día a día en torno a cómo usarlo, es decir: por tus hábitos de consumo.
¿Cuándo fue la última vez que te arrepentiste de haber comprado algo?, es más: ¿con qué frecuencia te ocurre? Si es algo que te pasa constantemente es necesario que revisés tus hábitos de consumo. Nuestra realización y felicidad está siendo medida prácticamente sólo por lo que adquirimos/tenemos y es importante que te des cuenta de ello antes que sea tarde y te encontrés en el círculo del sobreendeudamiento.
A diario, a prácticamente todas las horas del día, somos bombardeados por publicidad que nos dice qué nos hará sentirnos o vernos mejor, imágenes que nos instan a gastar nuestro dinero en “necesidades” que no son reales, sino que sólo nos darán un bienestar temporal, y, en la mayoría de casos, terminará en arrepentimiento. ¿Te suena familiar?
Nuestros deseos no tienen fin, pero nuestros recursos sí. Por tanto, el destinar lo que tenemos (sea mucho o poco) en cosas que sólo nos dan una satisfacción o felicidad efímera, no nos deja espacio para las cosas que sí van encaminadas a nuestras metas de vida.
¿Hacia dónde estás dirigiendo tu dinero? Lo estás usando para cosas pequeñas, que no aportarán en nada a una felicidad duradera, o lo estás encausando hacia lo que realmente querés para tu futuro? Recordá que cada vez que destinás el dinero hacia una compra, restringís la posibilidad de hacer otra (que quizás sí es importante). Y la pregunta que debés hacerte con cada una es: ¿esto me hará feliz en el futuro?
Cada vez que sale a la venta un nuevo modelo de teléfono celular es la sensación, todo el mundo lo quiere, pero… si lo compraras, ¿aportaría a tu felicidad o plan de vida dentro de 5 ó 10 años?
Nuestros hábitos de consumo han sido moldeados por la idea de que mientras más tengamos, es mejor, sin importar si esas “más cosas” realmente aportan en algo positivo a nuestra vida o sólo restan. Para que hagamos cambios positivos y tus hábitos de consumo sean mejores, te traigo estas tres recomendaciones:
– Razonar: ¿para qué te servirá ese producto/servicio?, ¿realmente le darás utilidad?, ¿abona de alguna manera a tus metas? ¿estás en capacidad de comprarlo? El primer paso para mejorar tus hábitos de consumo es dejar de comprar por impulso y comprar luego de pensar. La educación financiera es fundamental en este proceso.
– Conocerte: todas y todos sabemos nuestras debilidades y esto es muy importante para mejorar nuestros hábitos de consumo. Si sabés que comprar ropa es tu debilidad, podés tomar medidas de precaución para no verte el día de pago en el dilema frente a una vitrina. Cuando nos conocemos e identificamos cuáles son nuestros hábitos de consumo no saludables para el bolsillo, podemos tomar mejores decisiones.
-Informarte: las características del producto, opiniones de otros compradores (con el internet ahora es más fácil), las condiciones de garantía, políticas de devoluciones y reclamos, además de las condiciones de financiamiento, es información que evitará que luego la compra se convierta en dinero perdido. En este sentido asesorarte con el banco es una opción, sobre todo aquellos que ofrecen canales directos y rápidos de atención al cliente como el webchat.
Para que logremos darle peso a nuestros pesos de verdad, debemos identificar cuáles son los hábitos de consumo que más minan nuestro bolsillo y empezar el cambio.
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