Gisella Canales Ewest
¿Cuál es la mejor manera de administrar los gastos de la casa? Esa interrogante bastante frecuente entre nuestra comunidad de lectores la trasladamos a un post que generó bastante debate en torno a cómo dividir los gastos en pareja, cómo proceder si uno gana más que el otro y cómo distribuir los quehaceres del hogar.
La pregunta fue: ¿Qué pensás de distribuir los gastos del hogar 50/50 cuando ambos trabajan? Muchas personas se mostraron de acuerdo, sin embargo, esta distribución solo funciona si los ingresos de ambos son similares. Si son dispares, contrario a equidad, estarían erosionando el bolsillo de una de las partes. Por ejemplo:
Si se reparten los gastos 50/50, el pago mensual de US$185 (C$6,845) en casa equivale a C$3,422.50 cada uno, cifra que, aunque parece equitativa, representa el 31% de los ingresos de Juan, mientras que para María es el 20%. Evidentemente, a Juan se le dificultará enfrentar el 50% de los demás gastos de la casa.
Cada hogar es un mundo y no puede –ni debe– calcar métodos que les funcione a otros, pues cada casa tiene sus dinámicas particulares. Sin embargo, hicimos una recopilación sobre los distintos escenarios que se pueden enfrentar para darte opciones que te ayuden a elegir la que más se adapte a tus necesidades.
Debemos empezar destacando que hablar abiertamente sobre el manejo del dinero en el hogar/pareja es indispensable para asegurar una relación equitativa y saludable. No es negociable traer este tema a la conversación: el peor error que pueden cometer como pareja es asumir posiciones o dar por sentadas las cosas.
Según el nivel de ingresos de cada uno, definir cuánto aportarán a cada tipo de gasto, o bien repartiendo los gastos como tal (sin monto), por ejemplo: ella la energía, él el internet, ella la comida de la primera quincena y él la comida de la segunda quincena.
Este método les viene bien si sus ingresos son fijos, pero se corre el riesgo que una de las partes desperdicie o gaste de más en aquellos rubros que no paga, lo que puede generar discusiones. Por ejemplo, si él no paga la energía, no se preocupa por apagar luces o desconectar aparatos.
Si se opta por esta modalidad, recuerden que, si uno gana más que el otro, sería justo que contribuya con una mayor parte de los gastos.
Para evitar casos como el de María y Juan, que te conté al inicio, está la opción de que cada uno contribuya con un porcentaje de sus ingresos al hogar, en lugar de una cantidad fija. Esto garantiza que ambos aporten de manera proporcional a sus capacidades financieras.
¿Cómo llegar al porcentaje ideal de cada uno? Para ello primero se debe hacer el presupuesto de gastos del hogar, con base en el historial de gasto, o estimaciones (si están iniciando la relación). Eso les ayudará a conocer cuánto dinero requiere el hogar para su administración y a partir de ahí, según los ingresos de cada uno, definir el porcentaje.
Una fórmula sencilla podría ser:
Una vez definidos los porcentajes, se puede aplicar a cada uno de los gastos.
Este método es recomendable para relaciones estables y que se visualicen perdurarán en el largo plazo, pues consiste en unir todo: los ingresos, los gastos, las deudas y las metas. En este caso no hay lugar a secretos o discrecionalidades, lo cual no siempre es sencillo de comprender.
Lo ideal es que en este caso se unan ambos ingresos y de forma consensuada se definan los gastos y metas, incluyendo gastos personales de cada uno. Hay casos en los cuales se unen los ingresos y solo una de las partes decide la administración, pero no siempre es lo ideal (especialmente si la persona que administra es gastona o impulsiva). Lo mejor es tomar decisiones en conjunto.
En este caso no se unen los ingresos, sino que cada uno maneja su dinero de forma individual, pero comparten gastos, tales como alquiler, servicios básicos y comida, mientras que con el resto de sus ingresos cubren los gastos personales como ropa, calzado, entretenimiento y hobbies.
La esencia de este método es que puedan acordar cómo dividir los gastos compartidos y al mismo tiempo cada uno maneja sus gastos personales.
Aún es frecuente encontrar casos así, donde solamente una de las partes (generalmente el hombre) genera ingresos fuera del hogar. En esas situaciones usualmente él dispone de una parte o la totalidad de los ingresos y la mujer lo administra, pero esto es un arma de doble filo, pues he conocido casos en los que el aporte que da la persona que labora fuera, no cubre el total del gasto del hogar y la contraparte debe buscar cómo llenar ese vacío, o hace malabares salteando gastos.
También existe el riesgo que, ante una reducción o pérdida de ese único ingreso, las finanzas del hogar se desmoronen.
En cualquiera de los casos, aunque se defina en conjunto que solo una de las partes labore fuera, no es recomendable depender de una sola fuente de ingresos. Aunque sea de forma eventual, quien se quede en el hogar puede generar ingresos, o bien crear un pequeño negocio.
Recordá que la dependencia económica conlleva también dependencia emocional, psicológica y en algunos casos va ligada a violencia. Lo mejor es que ambas partes generen ingresos siempre.
Este tipo de casos también es frecuente: que haya hijos de relaciones anteriores, o que los padres/abuelos de una de las partes, sea dependiente económicamente. En cualquiera de los casos se debe tener claro que esa responsabilidad es permanente, por lo tanto, se debe traer a las cuentas y a la conversación de la pareja antes de tomar decisiones sobre los gastos.
No tienen idea de cuántos mensajes y correos recibimos consultando sobre “cómo reducir la pensión alimenticia” que la pareja da a hijos de relaciones anteriores, lo cual evidencia que este tipo de compromisos se buscan reducir o eliminar, en vez de asumir y aceptar desde el principio que esa persona tiene esas obligaciones y no son desechables.
Si ambos trabajan fuera de casa, las labores del hogar también deben ser compartidas. Si de mutuo acuerdo han decidido que una de las dos partes se encargará de ese tema, está bien, pero lo que NO puede pasar es asumir que ciertas actividades corresponden exclusivamente a una de las partes.
El mejor método será el que ambos decidan. No hay uno mejor que otro, todo dependerá de qué quieran hacer como pareja y qué les funcione mejor a USTEDES. Nadie más que los dos tiene por qué inmiscuirse en ese tema u opinar, pues como dije al inicio, cada pareja y cada hogar son un mundo y funcionan de forma particular.
Lo que deben tener claro ambos es que debe haber flexibilidad y capacidad de ajustarse a cambios, pues las circunstancias financieras pueden cambiar con el tiempo, para mejor o para peor. Estos cambios pueden requerir una nueva evaluación de la división de gastos y administración.
Independientemente de cómo decidan manejar las finanzas, este proceso debe ir acompañado de metas en común. Recordá que al final de eso se trata la vida en pareja: complementar a la otra persona, reconociendo y aceptando las debilidades de cada uno, ayudándose mutuamente a crecer. Y eso solo se puede lograr poniéndose de acuerdo y hablando sobre el tema.
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