Decide salir de la rutina e ir a comer a algún restaurante. Quizás hasta sacrifica algún gasto previamente contemplado —y necesario— con tal de darse ese “gustito”, pero la calidad de la atención o de la comida no le dejó satisfecho, o su orden llegó equivocada, o peor aún: estaba fría o salada.
Seguramente le ha pasado, y es más, seguro hasta sufrió en silencio; no manifestó su descontento y la salida pasó de “gustito” a disgusto, dejándole la sensación de haber tirado el dinero gastado, pues no disfrutó. Y realmente es así.
Ese tipo de situaciones son comunes en Nicaragua, pues la mayoría de consumidores no nos damos el lugar que realmente tenemos; los locales comerciales o de servicios dependen de nosotros y no a la inversa y mientras esta forma errada de pensar persista, cada salida de ese tipo no será más que una pérdida para nuestros bolsillos.
No se trata de llegar al lugar con actitud prepotente o grosera, pero tampoco el cliente debe mostrarse sumiso ante un mal servicio. Usted tiene el derecho de hacer saber si la comida no está como debería, o si no es eso lo que pidió.
Incluso (me ha pasado), si hay negativa del comercio de mejorar el producto o servicio, decirles claramente que no pagará por algo que no le satisface. Pero, repito, todo debe hacerse y decirse en el marco del respeto y la cordialidad.
Y esto no solo hay que aplicarlo en lo comercial, sino hasta en el Seguro Social. Conozco muchas personas que pese a llevar años cotizando al INSS solo una vez —o nunca— han usado los servicios de salud, pero cada mes pagan por ello obligatoriamente.
No vamos a negar que el servicio en la mayoría de las clínicas médicas que atienden a los asegurados no es lo mejor, pero si está pagando por ello, ¡úselo! Y no solo eso: reclame un mejor servicio. Es su derecho.
En una ocasión un pediatra, sin más que una revisión muy superficial diagnosticó infección renal a mi hija, en ese entonces con menos de un año. Prescribió antibióticos. ¿Cómo va a diagnosticar infección renal si apenas la tocó y —además— no hay un examen de laboratorio de por medio?, le reclamé y me negué a salir del consultorio hasta que me diera la orden del examen, la que extendió de muy mala gana, pero lo hizo. ¿Y qué creen? Salió negativo.
Un trabajador con el salario promedio nacional (unos 8,880 córdobas según los datos más recientes) paga cada mes alrededor de 550 córdobas en concepto de INSS, el 6.25 por ciento de su salario. De ese monto unos 198 córdobas son para cubrir los gastos de enfermedad y maternidad (2.25 por ciento de su salario). Estamos hablando de 2,376 córdobas al año en concepto de pago por salud, y si no lo usa son 2,376 córdobas tirados a la basura.¿Y si esa persona gana, por ejemplo, 15,000 córdobas? Su aporte al INSS roza los mil córdobas mensuales, de los cuales 337.5 córdobas son por pago de servicios médicos. Al año serían 4,050 córdobas.
Muchos asalariados no hacen uso de ese derecho porque erradamente creen que al jubilarse le descontarán todo los servicios médicos recibidos. Cada mes, de ese 6.25 por ciento de su salario que aporta al INSS, 4.0 por ciento es para su jubilación y 2.25 por ciento para sus necesidades de salud. Usted ya está pagando por eso, no se lo van a deducir.
Quejarse no es incorrecto y mucho menos exigir un buen servicio. Se me viene a la mente lo que escribió recientemente un amigo, que “en este país el que se queja es el malo y no el que comete el abuso”. En nuestras manos está cambiar eso.
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