Una de las principales causas de que el dinero no nos alcance es intentar costear una vida que nuestros ingresos no nos permiten: vestuario y calzado costoso, accesorios de lujo, viajes y un sinfín de etcéteras, pero… ¿cuál es la causa? Debemos revisar nuestra autoestima financiera.
Hay una estrecha relación entre cómo nos sentimos y cómo queremos proyectar al exterior ese bienestar y la forma en la que administramos nuestro dinero: ¿queremos estar compartiendo en redes sociales fotos de finos platillos para que nos vean lo bien que la pasamos? ¡Pues habrá que ir a un restaurante a consumirlo! Y la pregunta es… ¿realmente podés pagarlo?
Si tu autoestima en general está baja o pasa por un muy mal momento, es más probable que hagás compras innecesarias, no previstas y cuya finalidad sea proyectar otra imagen a los demás; no aquella de tristeza o del mal rato, sino de alegría y plenitud. Pero el hacer esto no cambiará la realidad individual, sino que probablemente sólo acentuará la situación y terminarás en un círculo vicioso.
Por el contrario: si tu autoestima está fortalecida y estás consciente de que cómo luzcás, qué usés o qué comás no cambia tu esencia, ni dependés de la aprobación de terceras personas para sentirte bien, no usarás tu dinero en cosas que no vayan en la línea de tus metas y plan de vida, o de las cosas que te proporcionarán una felicidad duradera.
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Entonces, como podés ver, esa es la importancia de que fortalezcamos nuestra autoestima si queremos tener mejor control sobre nuestro dinero. ¿Cómo lograrlo? El psicólogo Hosni Henríquez, de la Clínica de Crecimiento Psicosocial, explica que el primer paso es analizar qué parte de nosotros no llena nuestras expectativas.
¿Quiero comprar “x” artículo?, ¿Quiero tener tal vehículo?, ¿Deseo estudiar en determinado lugar? Una vez se determine eso, se debe valorar si es algo que podamos cambiar/lograr o si debo aceptarme y aceptar mis limitaciones. ¿Quiero dejar de ser pobre? Eso es algo que puede cambiarse, pero ¿cómo? Responder esa interrogante es el siguiente paso: qué cambios de hábitos o conductas requiero para llegar a mi objetivo.
Nuestro bienestar emocional y psicológico no debe depender netamente de las personas de nuestro entorno… Nosotros nos damos ese valor, no por qué ropa vestimos, no por lo que sabemos, no por quienes somos a nivel económico, sino por cómo nos sentimos”, destaca el especialista.
Si estamos utilizando lo material en busca de aceptación social, es necesario que nos autoevaluemos y determinemos cómo podemos cambiarlo. Es primordial conocer a la perfección nuestro valor individual, que trasciende lo material: ¿cambia algo de mí si no compro tal objeto de moda?, ¿pasará algo si compro ropa usada? Si estás claro de tu valor como persona, no habrá publicidad o marketing que te haga cambiar tu forma de pensar y de gastar.
Si lográs dar ese paso, cada compra que hagás será inteligente y razonada; no serás blanco fácil del consumismo y tu dinero podrás orientarlo hacia las cosas que te hacen realmente feliz, no a los demás.
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