Finanzas Personales

Ropa usada: ¿por qué no?

Gisella Canales

Algo en lo que yo siempre he insistido en mis artículos, charlas y comparecencias en la TV es la necesidad de ser realistas sobre hasta nuestra capacidad de compra y ajustarnos a ella si queremos llevar unas finanzas ordenadas –y holgadas–. Pero, honestamente… ¿lo hacés?

Nuestro entorno, la publicidad y los que han sido establecidos como modelos a seguir nos inducen a querer parecer, no a querer ser. Y querer parecer –casi siempre– resulta erosionando las billeteras.

Pensar en todo esto me llevó a aquellas prácticas que generalmente rechazamos en ese afán de querer parecer, entre ellas comprar ropa usada.

Comprar y vender ropa de segunda mano se ha convertido en una actividad creciente en Nicaragua, ganando cada vez más adeptos. Pero todavía hay una gran cantidad de personas que lo consideran como algo inapropiado y prefieren continuar gastando grandes sumas de dinero (muy lejos de sus posibilidades) en ropa nueva de marcas reconocidas.

Ariadna Medrano, propietaria de Ari una tienda de ropa usada en línea, considera que aquel pensamiento de que todo el que compra ropa de segunda es “palmado” está desfasado, porque entre sus clientes tiene representatividad de distintos sectores económicos. Más bien destaca que hoy en día es una moda, un estilo, por diversas razones que van desde el tema ambiental hasta la originalidad del producto, «porque al comprar este tipo de ropa estás asegurándote una pieza única que difícilmente vas a encontrar en otra tienda».

Leé más aquí: Cómo comprar ropa de forma inteligente

¿Por qué sí se debería comprar ropa usada y cuándo? Si sentís que tu presupuesto ya no da para más –tal vez sos la única fuente de ingresos de tu casa o tenés responsabilidades muy grandes que costear como personas enfermas– deberías considerar esta opción. En las tiendas de ropa usada podrías encontrar incluso productos nuevos, con etiquetas, a una fracción de lo que te costaría nuevo.

Si por tu trabajo requerís utilizar cierto tipo de vestuario que es costoso (como trajes), comprarlos usados sería una muy buena opción.


O bien, si simplemente te gusta utilizar ropa de marcas reconocidas pero no podés costearlo, recurrir a prendas usadas podría ser tu solución. Con lo que gastarías en un pantalón nuevo de esas marcas podrías comprar tres o cuatro.

No exagero: conozco el caso de una persona que usualmente gasta en una reconocida tienda de  Managua alrededor de 45 dólares por cada pantalón de vestir (unos 1,345 córdobas). Yo he visto en tiendas de ropa usada prendas similares en un máximo de 300 córdobas, lo que nos indica que con ese mismo presupuesto podría comprar entre cuatro y cinco pantalones, o bien reduciría a ¼  su gasto en ese producto.

Para Medrano el principal beneficio de la ropa de segunda es que constituye un puente económico que acerca la ropa de marca y de buena calidad con los clientes, a precios al alcance de todos.

No sólo comprar. Ahora la ropa usada se puede adquirir en tiendas, pero también mediante las redes sociales –en grupos de compra y venta–, en bazares y tiendas de patio, lo que genera una gran oportunidad no solo para comprar, sino también para vender.

Si sos de las personas que revisa periódicamente su guardarropa y almacenás todas esas cosas que ya no utilizás o no te quedan, sacá todo eso, ponele precio y ¡generate unos ingresos extra!

Tomá precauciones. Aunque la vayás a comprar en una tienda de centro comercial, nunca está de más tomar precauciones de higiene con la ropa usada. Lavala bien, con agua caliente y jabón y ponela a secar directamente al sol, para evitar la transmisión de problemas en la piel u otros males.

¿Adicción? He conocido casos de personas que al ver el significativo ahorro de comprar prendas usadas, se han vuelto adictas a esas adquisiciones y terminan gastando en exceso. Aquí entra en juego el valor psicológico: como ves precios bajos, podés empezar a comprar, comprar y comprar, al punto de pagar grandes sumas. Es mejor definir con anticipación qué vas a comprar y limitarte a ello. Asimismo, adquirí prendas atemporales, nada que pase de moda con rapidez y luego no querrás utilizar, lo que también generaría pérdidas para tu bolsillo.

Recordá que reusar es una de las  cinco erres que cambian nuestras finanzas, así que si no podés costear compras de vestuario e incluso de artículos más grandes como muebles o electrodomésticos, considerá siempre la opción de comprarlos “de segunda mano”. Apropiate de mi recomendación: es mejor ser y no parecer.


Gisella Canales Ewest

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