Gisella Canales Ewest
Compré mi primer vehículo cuando tenía 19 años, en 2007. ¿Cómo es posible que alguien tan joven pudiera comprar carro? Fue una mezcla de factores:
Estaba cansada del transporte colectivo y los recorridos del trabajo que me hacían dar vueltas durante horas por toda Managua, así que me propuse tener vehículo y hoy, 16 años después, te quiero compartir las decisiones que tomé con cada uno de los carros que compré, la modalidad de financiamiento que usé y lo que aprendí con cada caso. ¡Empecemos!
Era un carrito con 15 años de antigüedad, si no mal recuerdo, marca Daihatsu. Lo compré con ahorros en unos US$1,200. Si bien no era un carro muy bonito, fue mi primera gran meta financiera, me ayudó a darme cuenta que, aunque no tuviera grandes ingresos, podía ir adquiriendo mis cosas con planificación y ahorro.
Además, me funcionó para terminar de aprender de manejar y adquirir experiencia suficiente al volante. Pobrecito, tantas veces que lo choqué de retroceso, ¡hasta que aprendí!
Con base en esta experiencia NO recomiendo que el primer vehículo de una persona inexperta sea nuevo, pues la pericia está en desarrollo, estás aprendiendo a calcular espacios y quitarte el miedo en las calles, y si es nuevo, cada raspón o abolladura te costará meses de salario.
Como era de esperar por la antigüedad de ese vehículo, fue teniendo desperfectos mecánicos eventuales: como el gran susto que pasé en una ocasión que fallaron los frenos y choqué un taxista, o las veces que no le daba ganas de encender y quizás era de noche ¡Hasta aquí!, me dije. Esto me enseñó la importancia de hacer una buena y extensiva revisión mecánica antes de comprar carro usado.
Tomando en cuenta que estaba chavala, vivía sola y tenía horarios complicados (a veces salía muy noche del trabajo), decidí quitarme la preocupación del vehículo y fue así que luego de dos años y medio de uso, decidí venderlo y con ello tendría la mitad de la prima para comprar mi siguiente carro, mi primer carro nuevo.
Era inicios de 2010 y ya me sentía lista para dar el paso: ¡un carro nuevo! La mayor motivación para decidir que fuera nuevo era la necesidad de tener un vehículo que no me dejara tirada a cualquier hora, uno que no me diera dolores de cabeza, del que solo me preocupara por hacerle sus mantenimientos y echar gasolina.
Pero como todo tiene un costo, su precio no estaba a mi alcance para ser comprado de contado y fue así que recurrí a mi primer crédito de vehículo y todo lo que eso implica (intereses del crédito, comisión por desembolso, pago de seguro de daños propios, hacer mantenimientos caros en el concesionario para mantener garantía, etc).
Fue un Suzuki Alto 2010 que, debo admitir, salió BUENÍSIMO. Elegí ese modelo por el bajo consumo de combustible y precio, y tomando en cuenta que era solamente para mí, no tenía inconvenientes con el hecho que fuera compacto. OJO: no para todos funciona lo mismo, por eso te comparto estos tips:
Con este primer vehículo nuevo, luego de hacer cuentas de lo que terminaría pagando en intereses versus lo rápido que se depreciaba, fue que entendí la magia de los abonos al capital, sobre todo porque apenas había dado el 20% de prima exigido por el banco, que en ese entonces fueron poco más de US$2,000.
Pagaba mi cuota regular, pero cada ingreso extra que fui haciendo con consultorías, redacción de artículos para algunas publicaciones y ventas eventuales de cosas en mi trabajo, iban directo al saldo como abono al capital.
¿No sabés de qué va eso? Aquí te explico lo que necesitás saber sobre los pagos al capital y te comparto más abajo una plantilla para que podás hacer tus cuentas y saber cuánto ahorrarás de intereses con ese tipo de pagos.
Hice recortes y más recortes de gastos para terminar de pagar el vehículo antes de tiempo, especialmente porque esa deuda aún estaba vigente cuando adquirí mi primera casa, una vivienda de interés social (esa historia te la cuento acá) y necesitaba reducir deudas para enfocarme en pagar el crédito hipotecario.
Mi mayor lección de este carro fue la posibilidad de cancelar anticipadamente un crédito de consumo, reduciendo sustancialmente los intereses, seguido de la importancia de un seguro de daños propios, pues tuve un accidente que lo dañó bastante.
Luego de cuatro años de uso y con nueva integrante en mi familia, mi hija, se me hizo pequeño y decidí cambiar. Lo puse en venta en las entonces páginas amarillas de La Prensa.
Buscaba algo más cómodo pero que no fuera demasiado grande, para no incrementar mucho el consumo de combustible. Me fui a distintos concesionarios en busca de modelos medianos hasta que elegí un Hyundai Grand I10 2015. La única queja que tengo de éste es que era bastante bajito y entre los baches de Managua eso puede ser un gran inconveniente. No sé si los nuevos modelos serán iguales, pero analizá ese punto.
En este caso no estaba dispuesta a pagar nuevamente una cantidad brutal de intereses. Si no mal recuerdo su precio fue de US$13,000, de los cuales pagué en concepto de prima US$8,000, de la venta del Suzuki más ahorros, solamente financié US$5,000, lo que me dejó una cuota bastante cómoda.
Pero ya había aprendido “la jugada” y me concentré en pagarlo antes de tiempo también, especialmente porque un accidente provocado por un borracho casi volcó el vehículo conmigo y mi entonces bebé adentro. Fue un enorme gasto, cambios totales de piezas de carrocería destruidas, y el individuo solo tenía el seguro obligatorio, por lo que tuve que usar mi seguro de daños propios. Quise cambiarlo pronto.
Luego de volver a decepcionarme con el precio de reventa versus lo que pagué por él, opté por no volver a comprar carro nuevo, sino que me incliné por seminuevos.
Por curiosidad revisaba las páginas amarillas e internet en busca de mi próximo vehículo, pero me daba miedo toparme con algún estafador, así que opté por visitar auto lotes. Sabía que pagaría un poco más que a un particular pero tendría algo que un particular no me daría: garantía.
La Ley de Protección de las Personas Consumidoras y Usuarias (Ley 842, de 2013) cambió el tema de las garantías para vehículos nuevos y usados, por lo que opté por buscar una empresa formal para comprar mi próximo carro.
“En el caso de los vehículos automotores usados, la garantía mínima exigida, será de seis meses o veinte mil kilómetros, la circunstancia que ocurra primero, estando la persona proveedora obligada a garantizar el funcionamiento integral del vehículo durante ese tiempo”.
Artículo 43 de la Ley 842.
Era 2017 cuando compré un Nissan Versa con todas sus extras, seminuevo. Lo compré en US$9,000 si la memoria no me traiciona, los cuales pagué de contado. No más crédito de vehículo. Nuevamente la mayor parte provino de la venta del carro anterior y completé con ahorros.
Fue una gran compra, estaba en excelente estado cuando lo adquirí y al manejar se sentía muy fuerte y seguro, además que era tan amplio y cómodo. No me canso de decir que ha sido mi favorito hasta ahora, a pesar que ha sido el que más combustible consumía.
Lo tuve unos cuatro años hasta que empecé a sentirle cambios. Nunca me dio fallas mecánicas, pero uno aprende a conocer a su carro y sabe cuándo “se va a enfermar”. Sabía que en cierto tiempo empezaría a pedir cambios de piezas, reparaciones y más, y por la naturaleza de mi trabajo y mis agitados días, no podía darme “el lujo” de quedarme sin medio de transporte, especialmente porque vivo lejos y trabajo por mi cuenta.
Llegó el momento del adiós, lo puse en venta con mucho pesar y empecé a buscar nuevamente. Primero pensé en un vehículo más grande y cómodo, una SUV tal vez, pero luego de sondear precios no me sentí dispuesta a quedarme sin ahorros ni a adquirir nuevamente un crédito, así que me fui por algo que pudiera pagar de contado sin problemas.
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El quinto vehículo que compré, y que tengo hasta la fecha, lo adquirí en enero de 2021. Lo hallé en Encuentra 24 y ¡tenía menos de 5,000 kilómetros de uso! Era un modelo no muy visto en ese entonces, pero que se ha hecho popular posteriormente: Suzuki Spresso.
Lo compré a un joven de Carazo que casualmente era suscriptor de Dele Peso a sus Pesos. En este caso me cercioré con ayuda de un mecánico de que su estado fuera óptimo y con mi abogado de confianza, que todos los papeles estuvieran en orden.
Me costó un poco adaptarme al cambio de tamaño, pero agradecí una de sus mayores ventajas: el bajo consumo de combustible. Justo al mes siguiente empezó a subir el precio de la gasolina, pasando de 32 córdobas por litro, en ese entonces, a casi 50 córdobas por litro, actualmente.
Pese a comprarlo de contado, siempre tiene seguro de daños propios, pues luego del choque con el borracho que les conté más arriba, decidí proteger mis vehículos siempre; no porque me lo exija un banco, sino porque no puedo arriesgarme a perder mi medio de transporte.
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Como todo vehículo con poco uso, no ha dado problemas mecánicos del todo, solamente he gastado en sus mantenimientos periódicos. Una ventaja de este modelo ha sido que su precio de venta nuevo ha venido subiendo sustancialmente, lo cual amortigua un poco su depreciación en términos de precio de mercado.
Al inicio sentí que pasar del Versa a un modelo más pequeño (aunque más nuevo) no era un avance, pero luego agradecí tomar la decisión, pues si me hubiese inclinado por un vehículo grande (más caro, más dinero en combustible y mantenimientos), seguramente no habría contado con el dinero necesario para comprar mi segunda casa, que como te compartí en este artículo, duplica el precio de la primera que había adquirido, aumentando sustancialmente mi patrimonio.
Planeo tener este carro hasta 2025, año en que tengo como meta terminar de pagar mi nueva casa. Mientras tanto, seguiré sacando ventaja de su bajo consumo, su altura y estado mecánico. He pensado que mi próximo vehículo será uno más cómodo, seminuevo (no vuelvo a asumir IVA ni depreciación de los primeros años), pero el tiempo y la realidad económica de ese momento lo dirán.
Cada vehículo ha representado una etapa de vida en el plano personal y financiero, así como aprendizajes que espero sean de utilidad para vos, que querés comprar carro y le estás dando vuelta a las opciones.
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