El popular refrán de que “lo barato sale caro” aplica también a los préstamos. Honestamente, ¿cuántos no se han sentido tentados al ver anuncios de tasas de interés “bajas”, cero comisiones, reducciones sustanciales en la prima a pagar, entre muchas otras facilidades? Ese tipo de ofrecimientos son comunes, por ejemplo en ferias, pero generalmente se ignora un “detalle” que podría llegar a erosionar seriamente sus finanzas: la atractiva tasa que le ofrecen es variable.
Cuando se firma un contrato de crédito pocas veces se lee a detalle y no se entiende lo referido a los intereses. Cuando se habla de una tasa de interés variable los representantes bancarios suelen decir que podría aumentar “unos centavos”, de modo que los clientes no la consideran un riesgo.
Pero hay casos como los de una colega que firmó un crédito hipotecario con tasa variable, porque el asesor bancario le prometió que la cuota no cambiaría mucho, pero con el pasar del tiempo la tasa se fue ajustando al alza y durante seis meses llegó a pagar 20 dólares más en comparación a su cuota inicial. Tuvo que solicitar la revisión al banco, reclamó y le redujeron la cuota. Actualmente paga cada mes 11 dólares más que cuando empezó el préstamo.
Como les he insistido en otros artículos, en una economía altamente dolarizada como la nicaragüense, pero con salarios en córdobas y con un deslizamiento (devaluación o pérdida de valor) anual del cinco por ciento, un cambio de diez o veinte dólares en una cuota mensual puede desequilibrar cualquier presupuesto promedio.
Es por ello que antes de obtener un préstamo debe tomar en cuenta:
1. Comparar tasas. No hay que irse con la primera opción. En el sistema financiero local hay media docena de bancos, hay que comparar las tasas de interés que nos ofrecen y, principalmente, comprender cómo se estructura esa tasa. El asesor bancario le debe explicar cuál es la tasa base y qué factores se le adicionan (si es el comportamiento de una tasa de referencia internacional, la tasa promedio que publica el Banco Central, etc). Si la tasa es variable, esta se revisará trimestralmente.
2. Valorar una tasa fija. Esto es principalmente para créditos de muy largo plazo, como los hipotecarios y no todos los usuarios pueden aplicar. Generalmente se pactan tasas fijas cuando los bancos ofrecen el crédito, pero cuando es el usuario el que llega a solicitarlo, debe ser él quien inicie la negociación. Aunque una tasa fija podría verse inicialmente mayor a la tasa variable que se ofrezca, en el tiempo le ahorraría fuertes alzas en sus cuotas, como le pasó a la colega.
La ventaja de la tasa fija es que podría presupuestar sin problemas sus cuotas, pues no variarán, pero el que la institución financiera se lo apruebe o no, dependerá de otros factores como el nivel de riesgo del tipo de préstamo y la calificación crediticia del cliente, es por ello que es importante tener un buen récord crediticio.
Las tasas variables son manejables por personas con presupuestos flexibles, que pueden asumir ese riesgo sin dañar sus finanzas. Pero debe saber que la tasa pactada inicialmente sería la tasa mínima durante toda la vida de su crédito, puede subir pero no bajar de ese monto.
Si su crédito es de muy corto plazo (tres, seis o doce meses), la tasa variable podría convenirle, pues la revisión es cada tres meses y en un plazo tan corto difícilmente se incrementaría mucho.
Si quiere darle peso a sus pesos analice estos factores antes de decidirse por un tipo de tasa. Asimismo tómese el tiempo de comparar la oferta crediticia, pues puede que un banco le ofrezca mejor trato que otro.
Aldo Lopez
Esta claro lo de la Tasa Fija o Variable, pero que pasa cuando las Cuotas son Fijas o Variables (Decrecientes)? Cual es mas recomendable?
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