“¿Ser o no ser? Esa es la pregunta”. Una de las más famosas líneas de la obra de Shakespeare que nos refiere una duda existencial muy profunda. Si las finanzas fueran representadas en esta obra, el dilema que nos mostrarían sería elegir entre rentabilidad y liquidez, que en ocasiones se nos presentan en situaciones opuestas y que tanto académicos como expertos han debatido sobre cuál de las dos se debería preferir.
Al evaluar un negocio, proyecto o empresa, para determinar si nos conviene o no, hemos aprendido a enfocarnos en las ganancias que vamos a tener, esto es muy bueno hacerlo, sin embargo solo nos dice “cuánto” podríamos ganar. Adicional a esto es igual de importante conocer el “cuándo” vamos a recibir esos flujos de efectivo. Con ambos elementos en mano tendríamos el panorama completo.
Cuando imparto la asignatura de análisis financiero, en ocasiones hago uso de un caso de negocios sobre Dell Company (empresa de computadoras) que aborda muy bien la importancia de la administración del efectivo. Dentro de las muchas enseñanzas que nos deja este caso, quizás las palabras de su fundador Michael Dell nos ayuden para ilustrar de mejor forma este tema:
“Como muchas compañías, nosotros teníamos siempre presente las ganancias y el estado de resultados. Pero los flujos de caja no eran un tema que se discutía regularmente. Era como si estuviéramos manejando en una carretera fijándonos solamente en la velocidad aun cuando en realidad nos estábamos quedando sin gasolina”.
En esta historia la velocidad del vehículo es la rentabilidad, lo que equivale a conducir la empresa viendo solamente cuánto se gana o cuánto más estamos vendiendo, ese es el enfoque tradicional. Sin embargo a como se nos muestra, es necesario mantener un ojo en el tanque de gasolina, esa es la liquidez, nuestra disponibilidad de efectivo. Uno de los objetivos centrales de la ciencia financiera es lograr un sano equilibrio entre la rentabilidad y la liquidez, el ideal es contar con ambas, aunque muchas veces esto no es posible, por lo que debemos aprender a priorizar entre ellas.
Para elegir adecuadamente debemos introducir en nuestras consideraciones el momento que estamos analizando, pues en dependencia de esto nuestra decisión puede cambiar. En el corto plazo, esto es nuestro día a día, la liquidez es prioritaria, ya que si no contamos con el efectivo suficiente no podremos cumplir con nuestros compromisos inmediatos, lo que nos podría llevar a una situación no deseada como: alto nivel de endeudamiento, pago de altos intereses e incluso forzar el cierre de operaciones. En el largo plazo, nuestro enfoque es elegir proyectos o inversiones que nos aporten mayor rentabilidad para garantizar la sostenibilidad del negocio en el tiempo.
La sana teoría financiera indica que un negocio puede dejar de operar más rápido por falta de liquidez que por falta de rentabilidad. Así como el vehículo sin gasolina se detiene en la carretera, es exactamente lo mismo para una empresa o una persona. A partir de ahora sabemos que no basta solo con estimar cuánto ganaremos sino que también necesitamos conocer el cuándo ocurrirá, para tomar la mejor decisión financiera para nuestro negocio. “¿Rentabilidad o Liquidez? Esa es la pregunta”.
*Profesional de las finanzas, consultor y profesor a nivel de maestrías.
Víctor
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