Un objetivo constante al utilizar las distintas herramientas y análisis financieros que existen, es estimar el valor que poseen los diferentes activos sean estos bienes, proyectos, negocios o empresas. Conocer el valor razonable de los activos sirve de base para la realización de su posible compra o venta. Pero te has preguntado alguna vez, ¿por qué el precio de una casa puede no ser igual al valor que habías estimado por ella? Esta desigualdad, que es válida para cualquier tipo de activo, tiene una explicación económica y financiera.
Uno de los padres de la economía, Adam Smith, es a menudo considerado como uno de los primeros en presentar lo que se conoce como “la paradoja del valor”. Esta teoría muestra la aparente contradicción que explica por qué aunque el agua es vital para la supervivencia a diferencia de los diamantes, son estos los que tienen un mayor precio en el mercado. De acuerdo con ella, la palabra valor tiene dos implicaciones: “Su utilidad” y “su poder de intercambio”.
Puesto de manera simple, los bienes que tienen mayor grado de utilización normalmente no son altamente intercambiables, y caso contrario los bienes que poseen gran poder adquisitivo tienen poca utilidad. Nada es de mayor utilidad que el agua, pero escasamente podremos intercambiarla por otra cosa. Los diamantes por otro lado, tienen una mínima utilidad en nuestra vida diaria, pero una gran cantidad de bienes pueden obtenerse con ellos.
Si bien el precio se relaciona más con el poder de intercambio, finalmente lo que lo determina son las leyes de oferta y demanda del activo bajo análisis. Utilizando el ejemplo de la casa previamente mencionado, inicialmente estimamos el valor que tiene para nosotros de acuerdo con su tamaño y ubicación, pero luego nos damos cuenta que su precio es realmente mucho más alto principalmente por haber más de un comprador potencial. La mayor demanda por la misma casa hace que se compita a través del incremento del precio. ¿Qué pasaría si no hay alguien interesado por la casa? Seguramente su precio descendería drásticamente.
Financieramente hablando, el valor de un activo está dado por su capacidad de generar flujos de efectivo, su potencial de crecimiento y los riesgos que enfrentamos con él. Teniendo estas variables en mente, evaluemos por un momento la oportunidad de realizar un negocio para vender abrigos para frío en un país con un clima muy caliente. En este caso, ¿deben el valor y precio ser iguales? Definitivamente que no. En palabras de Warren Buffet, uno de los hombres más ricos del mundo, “precio es lo que pagas, valor es lo que obtienes”.
Esta diferencia constituye un fundamento importante en el mundo financiero. Su entendimiento permite comprender incluso las causas que originan eventos de gran impacto como lo que llamamos crisis financiera. También nos ayuda a mejorar nuestra toma de decisiones. Recuerda, solamente cuando el precio se encuentra en un rango razonable al valor que estimamos es que resulta viable y atractiva la adquisición o venta de un activo, según sea el caso. No olvides estos principios cuando realices tu próxima decisión de negocios.
*Profesional de las finanzas, consultor y profesor a nivel de maestrías