Linda Rojas Briceño
La búsqueda de la independencia financiera es el sueño de la mayoría de personas, pero para alcanzarla es necesario tener un adecuado control de gastos, en el que inciden en gran medida las necesidades y los deseos que nos empujan todo el tiempo.
Estas dos palabras son claves en el proceso de mejorar nuestras finanzas y conocer la diferencia entre cada una de ellas, aún más. El desarrollo de hábitos financieros saludables controlando las necesidades y deseos te permitirá ahorrar más dinero y hasta poder invertirlo de forma inteligente.
Para lograr estos objetivos es muy importante que sepás distinguir entre una necesidad de un deseo. Empecemos:
Necesidades: son gastos indispensables para vivir, no se puede negociar ignorar ni aplazar, por ejemplo: comer, tener una vivienda, etc.
Deseos: son gastos para cosas que se quiere pero no se necesitan, como comer en determinado lugar, ir al cine y comprar el último modelo de celular.
Si tenés hambre, por ejemplo, es una necesidad; pero tener antojo de alitas y cerveza para satisfacer el hambre se convierte en un deseo. ¿Ves la diferencia?
Nuestra vida tiene muchas necesidades vitales y también, gastos innecesarios que te pueden llevar a serios problemas de dinero. Por ello debemos tener mucho cuidado al momento de tomar decisiones que impliquen o pongan en riesgo tu bolsillo.
En días recientes, en una conversación muy casual con la psicóloga clínica Alba Roni sobre un artículo que escribí sobre las compras compulsivas, me comentó que estas se encuentran vinculadas con lo que ella denomina “deseo desenfrenado” ya que se realiza sin una necesidad real.
“Empezamos haciéndolo con pequeñas cosas y luego va aumentando el costo. Es en ese punto donde tenemos que ver y diferenciar cuándo en realidad en una necesidad y cuándo un deseo, porque en un corto o largo plazo van a sufrir las consecuencias”, explicó.
Comprar por deseo sin reflexionar sobre nuestras prioridades y necesidades nos hace perder mucho dinero y cuando se presenta una emergencia real, no tenemos la capacidad de resolver, porque previamente priorizamos lo innecesario, quedándonos sin fondos.
La clave es definir cuánto estás dispuesto a pagar para satisfacer las necesidades que tenés; para esto analizá: el dinero con el que realmente contás versus el beneficio que cada cosa te puede generar.
Sin embargo, no todos los gastos que a diario hacemos satisfacen una necesidad. Es muy común que destinemos sumas significativas para pagar gastos discrecionales que simplemente se destinan a algo que queremos (deseos), pero que no necesitamos, como comprar un celular más nuevo, una TV más grande o una nueva suscripción de streaming, y que cuando carecemos de planificación para incluir esos gastos en nuestro plan mensual o quincenal, «resolvemos» con el crédito, lo que nos empuja a pagar muchísimo más por ese «gustito».
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Tené en cuenta que estas no son reglas universales, pues cada quien debe identificar sus propios deseos y necesidades, saber diferenciarlos pero con números en mano. Por ejemplo: un vehículo puede ser un deseo para una persona, pero puede ser una necesidad para otra que no tiene ningún otro medio de transporte cercano y eficiente.
Cumplir deseos puede hacer sentir placer o bienestar a la persona que los consigue, pero es importante equilibrarlos con las necesidades, ya que estas sí son esenciales para poder vivir y deben ser la prioridad a hora de planificar nuestros gastos.
Y si bien las necesidades siempre tienen -o deberían tener- prioridad, esto no significa que los deseos carecen de importancia; al contrario, la satisfacción de algunos deseos incluso puede ayudarnos a ser más felices y a sentirnos mejor con nuestra vida siempre y cuando el valor de ese deseo no exceda tu presupuesto. Y es ahí donde el ahorro puede ser tu aliado, para satisfacer esas cosas que querés tanto.
Tené claros tus objetivos, y tenés presente que los deseos suponen una forma de conseguir un estímulo para ser más felices, pero teniendo la precaución de no perderse en ellos de forma deliberada, por eso siempre planificá el uso de tu dinero, para lograr ese equilibrio ideal.
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