Al pensar en un préstamo, generalmente nos centramos en el monto que nos pueden desembolsar y el tamaño de la cuota y el plazo, sin reparar en el tipo de institución donde vamos a adquirirlo.
¿Está legalmente constituida?, ¿está debidamente inscrita ante un ente supervisor?, ¿ante quién reclamaré en caso de problemas?
A diario recibimos mensajes de la comunidad de Dele Peso a sus Pesos sobre su experiencia con créditos con personas particulares (no empresas), o con entidades no reguladas, en las cuales además de no tener claridad sobre los intereses a pagar, son víctimas de ilegalidades como capitalización de intereses, no brindar documentación sobre los pagos, cobros anticipados, entre otros.
¿Cuáles son las entidades reguladas? Son todas aquellas que están inscritas –y supeditadas– por la Comisión Nacional de Microfinanzas o por la Superintendencia de Bancos y de Otras Instituciones Financieras.
Lista de instituciones supervisadas por CONAMI
Lista de instituciones supervisadas por SIBOIF
La primera razón es que al ser regulada, debe proporcionar una serie de documentación e información que luego no puede ser cambiada, o de lo contrario dicha institución podría ser multada por su supervisor.
Además, al momento de firmar el contrato se te entrega tu tabla o calendario de pagos, donde se detalla la cantidad que estás abonado al capital y cuánto a los intereses. Hay transparencia.
Las instituciones reguladas son sometidas a rigurosas pruebas y procesos para comprobar la legalidad del dinero, por lo cual no tendrías el riesgo de adquirir crédito con dinero de procedencia riesgosa.
Al usar instituciones reguladas creás un historial crediticio al que tienen acceso múltiples instituciones, ampliando tus opciones de financiamiento.
Y si ocurriera alguna irregularidad o por mala atención, siempre tendrás la opción de recurrir al ente regulador para interponer tu queja, luego de agotar las vías administrativas de la entidad.
Paso a paso: cómo realizar un reclamo a microfinancieras
Antes de asumir cualquier deuda –sin importar su tamaño– debés cuestionarte el motivo de la misma, es decir, si realmente amerita adquirir un compromiso de ese tipo, con su correspondiente pago de intereses, comisiones, etc.
Asimismo, analizar en qué usarás ese crédito. Por ejemplo, si es para adquirir el celular último modelo, debés recordar que ese aparato desde el momento de su compra –al margen de la marca– pierde valor (se deprecia), por lo tanto no podrás venderlo ni cercano al precio de su compra, mucho menos al monto total que pagarás con los intereses.
En este proceso es clave revisar cómo se encuentran tus finanzas personales y tu nivel de endeudamiento actual (y a cuánto ascenderá si asumís el nuevo compromiso), para saber si realmente podrás pagarlo.
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