El crédito que llega a los más pobres, se desploma

El volumen de los préstamos que se otorgan a personas y empresas que generalmente no son sujetos de crédito de la banca, se ha reducido en 50%, dejando a decenas de miles de nicaragüenses sin una opción formal de financiamiento.

Hablamos de los microcréditos, esos pequeños préstamos (desde US$50 y U$100 en la mayoría de instituciones) que se otorgan a pequeños comerciantes –gran parte de ellos informales–, pequeños agricultores, microempresas industriales y asalariados con ingresos inferiores a los requeridos por la banca para aplicar a crédito.

Según las estadísticas de la Comisión Nacional de Microfinanzas (CONAMI) y la Superintendencia de Bancos y Otras Instituciones Financieras (SIBOIF, que regula a cuatro financieras dedicadas principalmente al microcrédito), previo a la crisis sociopolítica la cartera de préstamos sumaba US$550 millones de dólares, tres millones adicionales a la cifra con la que había cerrado 2017.

El Informe de Coyuntura, agosto 2020, de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social, recopila las estadísticas del sector y refleja que los datos más recientes, de junio 2020, evidencian una cartera de préstamos que se ha desplomado hasta 277 millones de dólares, lo que obligatoriamente pasa por una disminución en el número de clientes.

Es decir, gran parte de esas personas y negocios pequeños que tenían financiamiento formal a través del microcrédito, se habrían quedado sin acceso a recursos para empujar sus negocios, o mejoras en su calidad de vida a través de compra de bienes o mejora de infraestructura como su vivienda, lo que los deja a expensas de no tener crédito, o de recurrir a préstamos informales, que además de ser más costos, en muchos casos pueden ser riesgosos.

Dificultades para pagar

Sabemos que la economía lleva dos años y medio sumamente difíciles y eso se ve reflejado en los distintos indicadores económicos, incluyendo la cartera en riesgo (es decir la porción de préstamos que ha tenido algún tipo de deterioro crediticio como parte de la cartera de créditos) y el índice de morosidad (es decir el porcentaje de la cartera de créditos que ya se encuentra vencida o en cobro judicial).

Ambos indicadores son el espejo de la capacidad de pago de los clientes y este ha sido el comportamiento que han tenido durante los últimos dos años:

Mientras la cartera en riesgo de los bancos es del 15%, en instituciones de microfinanzas se eleva hasta el 21%, lo que deja en evidencia que el segmento con menos recursos, es el más golpeado, y por lo tanto, con menor capacidad de pago de sus compromisos financieros.

¿Qué significa la caída de la cartera para el resto de la economía?

Esa reducción de 273 millones de dólares en micropréstamos colocados (un total de 9,400 millones de córdobas) no es más que la cantidad de dinero que ha dejado de circular en la economía desde esa fuente. Eso sin tomar en cuenta el crecimiento que habría tenido si hubiese seguido la tendencia que el sector mostraba desde 2013, luego que superaran el bache generado por el Movimiento No Pago y la crisis financiera global.

Al dejar de circular en la economía nos afecta a todos en general, aunque no recibamos microcréditos como tal, pero el dinero que se inyecta a esos negocios y personas, se convierte en consumo, que a su vez se traduce en empleos que generan más consumo y así sucesivamente.

“Es un monto considerable en una economía tan pequeña como la de Nicaragua, pero es también un tema social porque es un crédito que llega a personas que usualmente no son sujetos de crédito de la banca formal, un nicho que generalmente no se acerca a los bancos. Son empresas pequeñas que no tiene otro soporte más que ese crédito y que sin éste, se tienen que ver reducidas o quiebran y eso genera más desempleo”, añade FUNIDES.

Mientras no se logre estabilizar la economía de Nicaragua –ahora además golpeada por la pandemia– las expectativas para las microfinanzas son similares a las del resto de sectores: se van a seguir contrayendo.

Para evitarlo, se requieren políticas públicas de estímulo a la economía y a sectores en particular, pues como te hemos explicado anteriormente: el crecimiento del crédito productivo estimula a los sectores económicos, dinamizando su actividad. En los años previos a la crisis sociopolítica el aumento del crédito, tanto bancario como de microfinanzas, fue clave para lograr tasas de crecimiento económico del 5%.

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