Decidí cerrar mi oficina

Ha sido, probablemente, una de las decisiones más difíciles que he tomado este año, por varias razones. A mediados de abril se oficializó: prescindiríamos de nuestro local físico, que con tanto esfuerzo habíamos materializado 10 meses atrás Dele Peso a sus Pesos y su empresa hermana, Semiosis. Y, como sé que gran parte de las empresas –especialmente micros y pequeñas–, están pasando por la toma de decisiones similares, decidí escribir este artículo.

El 18 de marzo por la noche se oficializó en Nicaragua el primer caso de COVID-19, dando el banderillazo a la medida previamente decidida: era momento de enviar al equipo a trabajar desde casa, mientras dábamos tiempo a la evolución del tema sanitario, para así evaluar qué medidas adicionales tomar. Fue el último día de trabajo completo y “normal” en nuestro centro de operaciones, pues al día siguiente apenas nos reunimos un rato para ver cómo trabajaríamos, las tareas pendientes y distribuir los equipos requeridos para que cada quien pudiera hacer sus labores. 

Como sabemos, los días fueron pasando y comprobamos que por la naturaleza de nuestro trabajo (casi su totalidad es digital), podíamos seguir trabajando a distancia, especialmente porque el equipo mostró el compromiso y responsabilidad necesarios para ello. A duras penas volví a la oficina un par de veces, para cosas muy puntuales.

Pero cada día que pasaba era un día que pagábamos por arrendar un bien que no estábamos usando y, pese a que hasta ahora los ingresos no se han visto reducidos, no podemos saber cuánto tiempo más seguiremos así.

Como te expliqué en este artículo, es momento de mantener el balance de ingresos y gastos. Y, tomando en cuenta que todas las proyecciones apuntan a un fuerte revés económico este año, no había tiempo que perder.

Fue así como, luego de analizar el comportamiento y efecto del nuevo Coronavirus en otros países, nos dimos cuenta que de mantener “abierta” la oficina (abierta simbólicamente, pues el local estaba vacío) estaríamos perdiendo –como mínimo– tres meses de arriendo. E insisto en “como mínimo” porque sabemos que el máximo efecto del virus aún no lo hemos visto en Nicaragua, por tanto, sería más tiempo.

Razones por las que fue una difícil decisión

✔ El aspecto emocional. Si has estado en alguna de mis capacitaciones o conferencias sabrás que siempre menciono este aspecto, pues es trascendental a la hora de tomar decisiones financieras. Y, honestamente, una parte de mí tenía una especie de duelo por dejar esa segunda casita, donde parimos tantas ideas, campañas, cafés, risas, palabras de cariño y desacuerdos. Tenía claro que al dejar el local físico eso cambiaría por buen tiempo y, obviamente, no me gustaba la idea, además que era el refugio no de una, ¡sino de dos empresas!

El aspecto financiero. Generalmente este tipo de decisiones se toman cuando hay caída en las ventas (lo cual no ha pasado), y/o tienen compromisos crediticios o laborales que enfrentar, pero en nuestro caso nos financiamos 100% con capital propio y el aspecto laboral lo tenemos cubierto porque cada mes provisionamos lo correspondiente en una cuenta intocable. Al contrario, hay ahorros. Pero esto puede convertirse en una trampa al pensar “lo puedo seguir pagando”.

La pregunta a hacernos entonces fue: ¿para qué? Una de las premisas de cualquier gasto que se haga en una empresa es que te genere directa o indirectamente un retorno (siempre le insisto esto a los emprendedores que capacito), y si usamos eso como parámetro de evaluación no generaría ningún retorno, al contrario.

La incertidumbre de no saber cuánto durará esta situación y las posibles repercusiones en el futuro, me hicieron terminar de aclararme: no estoy perdiendo la oficina, estoy evitándome perder x cantidad de dinero que podré necesitar en el futuro inmediato. Y, partiendo de todos los consejos que constantemente comparto a empresarios, en esta ocasión también debía predicar con el ejemplo en aras de sostener la rentabilidad del negocio.

Entonces, pese a que podíamos pagarlo, decidimos NO hacerlo, pues es preferible cerrar la oficina o el local físico, que cerrar la empresa.

Razones por las que finalmente decidí tomar la decisión

✔ Por la seguridad inmediata del equipo. Aunque desde finales de febrero aplicamos de forma obligatoria medidas de sanitización y protección, el riesgo aumentaba cada día y el trabajo presencial nos expondría a todos, algo que no podía permitir; el trabajo a distancia no era opcional, por lo que preservar un espacio físico pasaba a quinto plano.

✔ Por la seguridad futura del equipo. Como mencioné anteriormente, las perspectivas económicas del país son desalentadoras. Y, aunque de la crisis 2018 salimos muy fortalecidos y más grandes (Semiosis precisamente nació a finales de 2018), no hay garantía alguna de lo que vaya a pasar en 2020, así que, si queremos preservar el empleo el mayor tiempo posible –aún en un posible escenario de caída de ingresos–, había que reducir gastos a lo inmediato para aumentar el ahorro.

✔ Porque es posible hacer cambios. Luego de evaluar durante tres semanas cómo funcionaba el nuevo formato de trabajo, el flujo de actividades y capacidad de respuesta ante nuevos proyectos o requerimientos, vimos que sí era posible seguir trabajando (y por tanto, seguir generando ingresos) sin necesidad del espacio físico. Así que nada nos detenía.

✔ Porque no implicaría gastos derivados. A excepción de pequeños gastos de mudanza, el cambio no nos implicaba gastos extra, pues todo el mobiliario y equipos libres, pasaron a un cuarto disponible que tengo en casa, es decir que no tuvimos que gastar en bodega o similares, un gasto que debe evitarse al máximo.

Todo esto que acabás de leer no surgió de la noche a la mañana, sino que fue parte de un proceso que podés aplicar en tu empresa o, incluso en tus finanzas personales, para tomar una decisión:

  • Identificar el problema.
  • Analizar las alternativas para solucionarlo. Éstas deben ir acordes a los objetivos generales de la empresa y, además, sustentadas con números.
  • Poner en marcha la alternativa más viable durante un lapso previamente fijado.
  • Finalizado ese tiempo, analizar los resultados para valorar si se mantendrá esa opción o si se explorará otra.

Y, aunque decidimos hacer este cierre, eso no significa que el pago de local se elimina del presupuesto: se mantiene contemplado en nuestra estructura de costos, pero en lugar de darle ese dinero a un tercero, se convertirá en ahorro directo para nuestro fondo de emergencias.

No tengás miedo en tomar decisiones que pudieran parecer drásticas. Enfocate en tus objetivos y lo demás se dará solo. Insisto, se vienen meses difíciles (sí, más difíciles) y este es el momento de alistarnos, y reduciendo al máximo los gastos fijos, es un buen primer paso.

1 Comment(s)

  1. Marlon Jose Blandon Argeñal
    1 mayo, 2020

    Excellente articulo! Así es hay que pensar en el mantenimiento futuro, sabiendo hoy lo que podría ocasionar en la economía esta pandemia. Gracias por tu articulo.

Write a comment