¿Hasta cuándo van a aguantar tus finanzas?

Llevamos varios  meses en los que prácticamente nos hemos centrado en sortear las dificultades que se han ido presentando, pero ¿hasta cuándo podemos seguir así?

Hasta antes de abril de 2018 nadie podía imaginar que la economía nacional iba a deteriorarse tan rápidamente, que el desempleo iba a dispararse, el crédito iba a enfriarse y que llegaríamos a un punto de afectación del que prácticamente nadie ha salido ileso.

Sin embargo, ha llegado el momento de plantar cara a la situación y autoexaminarnos para que podamos tomar mejores decisiones hoy, de modo que estemos mejor preparados  para cualquier escenario adverso que se nos pudiera presentar.

Así como las instituciones financieras periódicamente se someten a pruebas de “estrés” para determinar si están preparadas o no ante contextos financieros complejos, en el ámbito personal también debemos analizar cómo quedaría nuestra solvencia económica en ciertos escenarios.

¿Para qué sirve esto? Para conocer qué tan preparados estamos hoy ante posibles situaciones y así poder hacer los cambios que sean necesarios en nuestra administración personal o familiar.

Supongamos que perdiste tu trabajo y estás sobreviviendo con la liquidación y algún negocio esporádico. ¿Qué pasaría si en un mes vos o algún familiar cercano enfermara gravemente o tuviera un accidente?, ¿Podrías hacerle frente a esa situación? O, –en  caso que hayás sobrevivido a la drástica reducción de personal en las empresas de los últimos tres meses–, ¿cómo enfrentarías una fuerte reducción de tus ingresos y beneficios, la llegada inesperada de un hijo o la pérdida de un bien valioso?

Entonces, si queremos realizar nuestra prueba de estrés personal, debemos empezar por saber cómo estamos hoy  y para ello es básico analizar tres indicadores. Empecemos:

Autoexamen

1. Revisar cómo estamos gastando. ¿Cómo te has logrado acomodar a esta crisis económica?, ¿qué gastos has suprimido y cuales nuevos gastos han surgido? Hacé una lista con todas tus fuentes de gastos actuales. OJO: esto NO ES un presupuesto; un presupuesto es el plan antes de gastar, lo que haremos en este punto no es la lista de gastos ideal, sino la real.

Para ello debés incluir todo, desde lo indispensable hasta los gastos hormiga. Todo aquello que te represente salida de dinero de manera constante (aunque sea un córdoba), debés apuntarlo y luego esa lista dividirla en dos sub-listas: lo necesario y lo prescindible. Para ello hay que ser muy drásticos: si no es necesario para sobrevivir, es prescindible.


¿Para qué dividir mis gastos de esta forma? Para que sea más sencillo identificar dónde recortar en caso de necesitarlo y para tomar conciencia: en todos los talleres de educación financiera que realizamos los participantes se sorprenden al ver que entre 30%-60% de los gastos que realizan de forma constante, son innecesarios.

2. Analizar nuestro nivel de endeudamiento. En el mundo ideal no deberíamos destinar más allá del 35% de nuestros ingresos mensuales para pago de deudas, pero en Nicaragua he observado que el patrón común promedia el 50%, lo cual es peligroso y no te permitiría enfrentar una situación inesperada. Si aún no has calculado cuánto es actualmente tu nivel de endeudamiento, aquí te lo explico en un minuto. ¡A sacar cuentas!

3. ¿Cuánto tengo para emergencias? El famoso fondo de emergencias del que seguro has leído y escuchado mucho es el que nos permite tener cierta tranquilidad ante situaciones inesperadas. ¿Cómo anda el tuyo? Recordá que el fondo de emergencias NO ES acumular 3-6 meses de tus ingresos, sino de tus gastos (no es lo mismo). En este artículo te explico a detalle cómo saber cuánto necesitás, en caso que aún no tengás uno. Y, si tenés algo de ahorros, calculá cuántos días, semanas o meses podrías vivir con ellos.

¿Cuánta presión pueden soportar mis finanzas?

Así como “cada cabeza es un mundo”, cada bolsillo también, por tanto tus necesidades y riesgos no son iguales a los míos y viceversa. Entonces, una vez hayás “mapeado” bien la situación actual de tus finanzas, es hora de identificar cuáles son los riesgos más latentes que enfrentás, es decir, realizar una prueba de estrés en tus finanzas.

Ejemplo 1: tengo un vehículo que es mi herramienta de trabajo, pero no lo tengo asegurado, sólo tengo el seguro de daños a terceros. Entonces, un escenario malo sería que ese vehículo quedara inservible: tendrías que costear la reparación al mismo tiempo que te quedarías sin ingresos. Una medida para contrarrestar esto pudiera ser adquirir un seguro de cobertura total, o bien agregar la cobertura de pérdida total al seguro de daños a terceros. Aquí podés conocer más sobre la diferencia entre los seguros de vehículos.

Ejemplo 2: tengo un elevado nivel de endeudamiento (50% o más) y sólo tengo una fuente de ingresos: mi empleo. Perder el trabajo sería el peor escenario para alguien en estas condiciones, por tanto se debe trabajar en reducir las deudas y/o generar ingresos –aunque sea poco– por otra vía. ¿Cómo va a hacerlo? Ahí viene la parte de planificación financiera.

Si aún tenés dudas sobre el peso de las deudas en la administración de tu dinero, con la ayuda de esta infografía podés evaluarte.⬇

Ejemplo 3: mi fuente de ingresos es un negocio, cuyas ventas han caído 50% durante los últimos tres meses. ¿Qué cambios tendría que hacer para sobrevivir si nivel de ventas se mantiene durante los próximos seis meses? En septiembre debo pagar nuevo salario mínimo y en diciembre pagar aguinaldo. ¿Las finanzas de mi negocio aguantarán esto con ese nivel de ingresos? Recordá que hay múltiples alternativas que podés aplicar a tu negocio en una crisis. Aquí te comparto varias que podés adaptar según tus necesidades, pero indudablemente hay que actuar YA.

Es hora de ponerte a analizar cuáles son los riesgos más latentes que tienen tus finanzas y cómo podés prepararte –con números– para hacerles frente. Cada plan debés  trabajarlo como una meta realista y alcanzable y empezar a trabajar en ella desde hoy. Recordá que el primer paso para resolver un problema es identificar cuál es su causa?

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