De “churequero” a empresario

Por Noel Amílcar Gallegos

Hace unos 19 años, en el vertedero La Joya, de Granada, un chavalo de complexión menuda, tez morena, de 12 años se veía hurgar entre la basura aculada para buscar un poco de material plástico para venderlo y así ganar un poco de dinero para ayudar a su mamá.

Esta faena de “churequero” era diaria para el niño Ernesto Antonio Bermúdez, hasta que un buen día la vida le cambió desde el momento cuando unos extranjeros llegaron a ese basurero a instalar una empresa recicladora de desechos y le dieron la oportunidad de desempeñarse en el área de lavado de plástico.

“Yo siempre he venido desde abajo trabajando duro, vendí tamarindo, leña, haciendo acarreos en el mercado municipal, de todo he hecho en la vida, pero cuando inicié  trabajando con los extranjeros en la chureca, la situación mejoró para mí, a los 15 años uno de los ellos miró mis ganas de salir adelante y de independizarme, entonces confiaron en mí y me financiaron 500 dólares sin siquiera tener cédula o algún documento, entonces compré una pequeña camioneta, y así salía a comprar materiales reciclables y ellos me lo compraban y así les iba abonando el préstamo”, recuerda Bermúdez.

Asegura que aunque su primera camioneta se le dañó, no se dio por vencido y en una bicicleta viajaba a distintas zonas a comprar productos plásticos, hasta anduvo en buses por otras ciudades, y en dos años volvió a comprar otra camioneta y así poco a poco fue creciendo en este rubro hasta que logró cumplir su sueño de tener su propio negocio de reciclaje, que actualmente se ubica sobre la carretera Granada al Guanacaste, en la comarca el Varillal Número Uno, desde donde ejerce su trabajo todos los días junto a sus colaboradores.

Ernesto Bermúdez, en su empresa recicladora.

Hace seis años durante el inicio su negocio lo realizó de manera informal solo era de compra y venta de productos sin llevar un registro formal, sin embargo ahora logró ver que  en cuatro años logró crecer un 25%, y desde entonces se ha enfocado a darle a su negocio un perfil empresarial porque tuvo sus primeros contactos con empresas formales entonces decidió formalizar sus cuentas a través de la contratación de un personal financiero.

Desde el año pasado hasta esta parte, la pequeña empresa ha experimentado un crecimiento del 55 por ciento, y tiene proyectado para el cierre de este año un crecimiento de hasta un 65 por ciento sin ser más agresivo, pero antes de todo, asegura que primero quiere echar músculo para afianzarse y fortalecerse como empresa.  

Actualmente este emprendedor tiene un camión propio de ocho toneladas, y de su pequeña empresa dependen 30 cabezas de familia, de estos, 26 personas se dedican a las labores de quitar los sellos que traen las botellas plásticas y a la otra labor de lavado de materiales plásticos, mantras los otros cuatro están en labores de logísticas y administrativas.

Por el momento lleva un control primario, que no es una contabilidad completa porque esto obedece a ir poco a poco creando controles internos con su personal fijo que está compuesto por cuatro personas.

Para este año este pequeño empresario planifica comprar otro camión de igual tonelaje y para el año próximo tiene una meta de crecimiento de hasta un 70 por ciento en dependencia de muchos factores exógenos internos y externos. 

Parte del equipo que trabaja en limpieza y lavado de los productos.

“Mi mayor aprendizaje ha sido conocer que la vida es dura, pero también darme cuenta que estoy enamorado de mi trabajo, los domingo que no laboro no hallo las horas que amanezca, pero también estoy enfocado en proteger el medio ambiente, otra cosa es que yo soy persistente, nunca me doy por vencido, si Jesús cayó 14 veces y se levantó, yo caí dos veces y me pude levantar”, figura el muchacho.

“Uno de mis principales motores que me ha impulsado ha sido mi mamá porque ella nos involucró en este oficio porque tuvo su negocio de chatarras, y luego todos sus hijos nos independizamos, entonces ella nos decía: ‘Hijos, este negocio es bueno y es bien rentable’, y así nos enamoramos de este tipo de trabajo, pero yo me metí en llenó con todo el corazón, porque me gusta el reciclaje», afirma

«Cuando los extranjeros me tendieron la mano y me facilitaron el financiamiento no los defraudé porque compré la camioneta, después ellos se asustaron cuando llegué con el primer viaje de productos y me pagaron y así les fui abonando el préstamo. Mi idea es seguir creciendo y generar más trabajo a la gente. Mi consejo a los emprendedores es que primero se agarren de la mano de Dios, y que le entren con todo el corazón al trabajo y que no se rindan”, sostuvo Bermúdez.   

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